Rigoberta Bandini convierte Málaga en un laboratorio de tragicomedia kitsch

Cuando Paula Ribó mata al personaje y abraza la guitarra en Jesucrista Superstar: el concierto que convirtió Málaga en un espectáculo total

El concepto de Jesucrista Superstar nace de una idea perturbadora: la feminidad doméstica llevada al extremo, una mujer hiperfemenizada que oculta algo peligroso tras la sonrisa de ama de casa perfecta. Un personaje que seduce y amenaza a partes iguales, como salido de una película de John Waters. Ese fue el eje sobre el que giró la Sala París 15 de Málaga el viernes 7 de noviembre.

El simulacro comienza: botas, pelucas y gabardinas de charol

«Vivo con un monstruo, creo que soy yo», arrancó el show con JAJAJA, irrumpiendo en el escenario —decorado con gigantes cortinas rojas que evocaban Soul Train, Raffaella Carrá y los platós televisivos de los sesenta— con peluca rubia, gabardina amarilla de charol y botas altas. A su lado, media docena de coristas-bailarinas se movían con gestos de muñeca de pilas agotadas y cierto aire «cringe».

El espectáculo reflejaba la sensación de ser superados por el mundo y boicotearnos a nosotros mismos, sonriendo como si todo estuviera bien, como en la portada del último disco: rímel a punto de perderse y sonrisa tensa. Sin descanso sonaron CXT (Club Xavalas Tristes), VuelaaAAaa y Simpática pero problemática, explorando la rebeldía femenina frente a las expectativas pasivas de la sociedad.

«No nos hagas pensar, haznos bailar»

La presentación dio un giro inesperado con la aparición de una presentadora insufrible, confundiendo sistemáticamente nombres y transformando el show en un concurso televisivo surrealista: Rigoberta Martínez, Roberta, Renata, Robertita… El simulacro era tan exagerado que rozaba lo incómodo. «No nos hagas pensar, haznos bailar», exigía la anfitriona, encarnando la expectativa de la industria musical: entretenimiento sin sustancia.

Este tipo de teatralidad funcionaba perfectamente en los inicios de Rigoberta Bandini, cuando la ironía y el kitsch permitían distanciarse del personaje. Pero en Málaga, Rigoberta desplegaba una sonrisa falsa, tocaba la guitarra con gestos artificiosos y combinaba micrófono de oreja y de mano (el de mano, obviamente, era falso). El compromiso con el personaje era absoluto.

Entre baladas y baile: control escénico absoluto

Entre baladas como Enamorados —sobre adolescentes incapaces de comunicar su ruptura por las obligaciones familiares— y temas bailables como Brindis!!!, Rigoberta demostró dominio total del escenario. En un momento de rebelión, paralizó a la insoportable presentadora durante toda una canción para recuperar el show, antes de interpretar In Spain We Call It Soledad, un tema sobre la soledad contemporánea en un mundo saturado de estímulos.

La verdadera conexión con el público llegó tras Pamela Anderson, cuando se quitó la peluca. «Pamela Anderson somos todas. Rigoberta Bandini somos todas», declaró, revelando que Paula Ribó estaba dejando morir a su personaje para emerger como diva sin artificios. A partir de ahí, la emoción se volvió genuina: Los milagros nunca ocurren al salir de un after ofreció un instante de introspección que contrastaba con la comedia inicial. 

Colaboraciones estelares

Las colaboraciones dieron momentos inolvidables. Carmen Lancho se unió en Aprenderás, canción que escribió junto a Rigoberta y que ambas interpretaron en directo. Es una de las pocas colaboraciones del disco, y en Málaga generó un instante de intimidad y emoción compartida que hizo vibrar al público.

Más sorprendente aún fue la aparición de Luz Casal en Canciones alegres para días tristes. Aunque también colabora en el disco, nadie esperaba ver a la legendaria cantante en Málaga aquella noche. Casal vino por todo lo alto, cumpliendo su promesa y regalando a la ciudad un momento único que se sintió como un cameo imposible de los Javis: inesperado, casi de fantasía, pero absolutamente perfecto. La invitación fue celebradísima y dejó a todos los presentes con la emoción a flor de piel, consolidando uno de los instantes más memorables de la velada.

Tal y como dijo Rigoberta, su presencia era una deuda pendiente tras la cancelación de un show en la ciudad durante el verano

Rigoberta convierte su teatrillo en musical

La propuesta musical de Rigoberta es deliberadamente esquizofrénica: electrónica, synth, baladas y himnos pop conviven sin perder coherencia gracias a la dirección teatral impecable. La nostalgia de Aprenderás se mezcló con la oscuridad electrónica de La Pulga en el Sofá y la intensidad de Si Muriera Mañana, demostrando que domina todos los registros.

Tras In Spain We Call It Soledad, la velada avanzó hacia momentos de comunión total: nos sumergió en un universo subterráneo. Rigoberta emergió sin artificios, y seguidamente cantó himnos como Amore Amore Amore y Perra hicieron vibrar a la sala, con coreos masivos y pantallas saturadas de rojo y amarillo.

La vertiente electrónica regresó con KAIMAN y Too Many Drugs, explorando ambición, vértigo creativo y auto-validación, antes de llegar al momento más esperado: Ay mamá. Este himno, ya consolidado como símbolo generacional, celebró el poder colectivo femenino. Los puños en alto, los coros unísonos y la teatralidad hicieron de este momento una catarsis compartida.

Más allá de eso, Rigoberta también interpretó Yo solo quiero amor —la canción que compuso para la película Te estoy amando locamente (2023) y que le valió el Premio Goya a la Mejor Canción Original eN 2024.  Aunque la trama de la película se ambienta en Sevilla, su vinculación con Málaga es íntima: la productora era de esta ciudad andaluza y uno de los personajes principales, “La Dani”, tenía raíces malagueñas, lo que añadió una capa de emoción local cuando Rigoberta interpretó el tema en directo aquel día.

Improvisación y caos controlado: Esteban Navarro

Mención especial merece Esteban Navarro, pareja de Ribó y miembro de Venga Monjas. Comenzó con un medley de La Oreja de Van Gogh que animó al público, y luego sus intervenciones frenéticas y erráticas aportaron un respiro cómico entre canciones, equilibrando el espectáculo con su energía imprevisible.

Cierre perfecto: Busco un centro de gravedad permanente y Abraxas

Justo después, Busco un centro de gravedad permanente se convirtió en la epifanía final del concierto. Su ritmo ecléctico y envolvente ofreció un contraste con la euforia anterior, permitiendo al público respirar, reflexionar y conectar con la artista de manera íntima. La letra sobre equilibrio y estabilidad sintetiza la narrativa del concierto: tras luces, teatralidad e himnos pop, esta canción ofrece calma, reflexión y cierre emocional.

Finalmente, Abraxas sirvió como outro instrumental, disolviendo los contornos del concierto en una despedida de luces, música y emoción compartida. Fue un cierre que resumió a la perfección la experiencia: espectáculo, nostalgia y comunión colectiva.

En Málaga, Paula Ribó / Rigoberta Bandini / Jesucrista logró lo imposible: mató las angustias del caos mundial y resucitó la ciudad, ofreciendo una noche donde la ironía, la emoción y la música se abrazaron con precisión y desenfreno. Pero, sobre todo, demostró un talento esencial: saber reírse de sí misma y utilizar la comedia y el humor a su favor, permitiendo que el público olvidara por un momento todo lo demás y se entregara por completo al espectáculo.

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