The Mayhem Ball hizo vibrar a miles de ‘Little Monsters’ al ritmo de sus himnos en una noche que fue pura catarsis colectiva
Barcelona siempre ha sido de esas ciudades grandes en las que no hay que temer ser diferente, en la que por muy excéntrico que seas no encontrarás problemas para pasar desapercibido y no se te juzgará por tus apariencias. Pero Lady Gaga ha hecho de esto algo muchísimo mayor y, el pasado 28 de octubre, tiñó las calles de personas libres y sin miedo que desfilaron con looks góticos y atrevidos que se salían de la norma.
Si te acercabas un poco al Palau de Sant Jordi escuchabas un revuelo inusual y comenzabas a ver a miles de personas reunidas en la mayor de las sintonías esperando algo, algo grande. La vista era de lo más interesante: mucho negro, rojo y plateado; transparencias, cadenas, pinchos y tacones de medio metro; puro nerviosismo, emoción fanatismo; una chica pintando un cuadro, un chico tocando el violín, personas acampando en la calle tratando de resguardarse del frío.
La magia de Gaga llevó a todos los que compartían ese recinto a una unión de lo más única, una que solo aquellos que comparten tal amor por la Mother Monster son capaces de alcanzar. Porque seamos sinceros, hacer más de 12 horas de cola para estar en el mejor sitio de pista no es para débiles, ni para personas poco sacrificadas.
Mientras se llenaba el Palau, la pantalla del escenario recogía frases que mandaban los fans a tiempo real, incluyendo algunas contestaciones de la artista. Muchos mensajes eran sobre la comunidad LGTBI+, frases de fuerza y esperanza, de orgullo y pasión; otros contaban historias personales y otros simplemente expresaban la emoción del momento.
De manera repentina, los mensajes pararon, una ópera inundó el lugar y una imagen de Lady Gaga con una peluca negra y un vestido rojo isabelino escribiendo sobre un pergamino anunció el inminente comienzo del show.
Acto I: Of Velvet and Vice
La sala se tiñó de negro, la pantalla anunció «The Art of Personal Chaos» y dos Gagas, una morena y una rubia, contaron una historia mientras el público no paraba de gritar.
Cuando el relato acabó entró al escenario una estructura enorme simulando un vestido, arriba del cual la cantante entonaba su primera cancion: Bloody Mary. Miles de voces se unieron en una y siguieron la voz de la americana, quien cantaba con fuerza, devoción y emoción.
Embed from Getty ImagesTras unos segundos de Bloody Mary, una ópera dio paso a Abracadabra, el enorme vestido se abrió por la mitad y reveló su estructura interior, donde bailarines se contusionaban al ritmo de la voz.
«The category is: baila o muere» gritó la artista antes de entregarse por completo a la canción. Bajó de lo alto de su trono y se unió a lo que más que una coreografía parecía una terrorífica posesión demoníaca que sacudió a todos los presentes.
A esto le siguió Judas, una de sus clásicas canciones, que fue recibida con grandes gritos por el público; y un remix de Aura que permitió a la artista escabullirse y cambiarse a un vestido negro de cabaret para continuar con Scheiße. Garden of Eden tiñó el escenario de verde y acercó a Gaga al culmen de la pasarela mientras bailaba.
Embed from Getty ImagesUna vez allí Poker Face nos regaló uno de los mejores momentos de la noche. La escenografía fue impecable y representó la lucha de la nueva Gaga con su versión antigua. Ambas se enfrentaron como si fuesen reinas de ajedrez, una en negro y otra en blanco, cuyas armas eran los movimientos de baile. Con la épica muerte de la reina blanca, la Mother Monster dio fin al primer acto y dejó a sus peones entreteniendo al público mientras se cambiaba.
Embed from Getty ImagesActo II: And She Fell into a Gothic Dream
Gaga reapareció en el escenario en una tumba, rodeada de esqueletos y con otra doble malvada aparentemente muerta. Mientras se revolvía con los muertos cantó Perfect Celebrity y Disease y al final de la canción la supuesta doble muerta ahogó a la cantante y creó un puente perfecto para la siguiente aparición.
Tras ser herida, la Mother Monster salió de su tumba en un vestido blanco con un hermoso velo interminable, una especie de armadura plateada y muletas. Mientras andaba tullida por la pasarela y el velo se extendía hasta más allá del escenario cantó Paparazzi, primero dolorida y sin fuerzas, luego reluciente y con la bandera del orgullo brillando tras de sí.

Después de un pequeño interludio concluyó el acto con The Beast, no sin antes cantar las míticas LoveGame, que desató un frenético baile en la pista; y Alejandro, cantada desde un balcón en el atrezo del escenario.
Acto III: The Beautiful Nightmare That Knows Her Name
El tercer acto incrementó el alto ritmo de los anteriores con canciones súper movidas y una puesta en escena increíble. Comenzó con beats ochenteros en Killah y Zombieboy, ambas canciones interpretadas al estilo de La Mansión Encantada alrededor de una escalera y una calavera gigantes, con unas coreografías de infarto y una caracterización a otro nivel.
Embed from Getty ImagesTras un cambió rápido de vestuario revolucionó a la audiencia con The Dead Dance, pidiéndonos que nos dejásemos llevar por la música y alzáramos las garras. Continuó con LoveDrug y Applause mientras se desvestía para quedar en un atuendo distinto y culminó esta parte de su historia con una gran actuación de Just Dance llena de euforia, nostalgia y luces de colores.
Durante el interludio algunas bailarinas se infiltraron en el público y bailaron al son del rémix de Abracadabra de Cirkut. En el final de la pasarela una tétrica mujer con un bastón continuó con unos espectros negros revoloteando a su alrededor, haciendo tiempo a la artista.
Acto IV: Every Chessboard Has Two Queens
Gaga regresó al escenario y cantó Shadow of a Man con una fuerza impactante, clavando cada estrofa en la piel de sus fans y reivindicando su poder como mujer. Luego se sucedieron Kill for Love y Summerboy, en la cual la propia artista tocó la guitarra.
Embed from Getty ImagesCuando Summerboy terminó, salió la verdadera Mother Monster y dio un discurso de ánimo a la comunidad LGTBI+, les agradeció su apoyo, presencia y valentía; les alentó a seguir siendo fuertes maravillosos; y les dedicó Born This Way, su himno más preciado, su regalo más grande.
La cantó con pasión, la sintió y la transmitió con el más puro orgullo de quien disfruta de la felicidad ajena. Sin duda fue un momento memorable y significativo, un acto de gran importancia para aquellos que lo vivimos desde el colectivo.
Embed from Getty ImagesCon toda esta emoción Stefani tomó las riendas del espectáculo y se dejó el corazón en cada canción. Primero fue Million Reasons, una emotiva balada que comenzó a hacer llorar a los espectadores. En su representación la artista mostró la reconciliación entre sus dos vidas (la de Stefani y la de Gaga), que consiguieron encontrar paz y armonía entre todo su caos. Pero cuando Million Reasons acabó y entró Sallow (Ha Nacido Una Estrella) el público se volvió un remolino de emociones.
Fue un momento de lo más emotivo: las linternas iluminando el Palau, el corazón a flor de piel de la americana mientras recorría el escenario en una pequeña barca, los ojos llorosos de la gente y la cálida conexión que nos unía a todos como una familia.
Embed from Getty ImagesAl pie de un piano tocó Die with a Smile, por si aún quedaba alguien sin llorar, y luego continuó con dos canciones sorpresa de su disco Joanne y una de The Fame Monster: Dance in the Dark, Perfect Illusion y Come To Mama. Esta última la cantó con especial ilusión, ya que confesó que cuando hizo la gira de ese disco estaba pasando por un momento difícil y no había podido disfrutarla.
Vanish Into You anunció que llegaba el final de The Mayhem Ball y Stefani bajó a las barricadas para cantarla junto a sus fans. La gente vibró con su presencia y le devolvió la alegría que hasta ahora ella nos había hecho llegar.

Finale: Eternal Aria of the Monster Heart
Mientras narraba el final de su historia salía del escenario una camilla rodeada de médicos con máscaras de la peste que realizaban una operación. Una voz surgió de la camilla y encaró: «Monsters never die» y Bad Romance inundó la estancia. Gaga lo dio todo por última vez: cantó, bailó, sirvió outfit, sirvió actitud y ‘sirvió coño’.
Embed from Getty ImagesSin embargo, cuando parecía que todo había acabado sonó How Bad Do You Want Me mientras la artista se desmaquillaba y caminaba desde su camerino hacía el escenario para despedir el show junto a todo su equipo.
No fue solo un concierto, vivido desde dentro fue algo muchísimo más grande. Fue un despertar, una conexión inexplicable, una noche única, un regalo, una bendición. Lady Gaga cuenta historias, une corazones y saca lo mejor de las personas. Me atrevo a decir que The Mayhem Ball no tiene adversarios, nadie hace un show igual hoy en día. La Mother Monster reunió a su familia y volvió a dejar parte de su corazón en cada uno de nosotros.





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