Sevilla celebra al ritmo de la Dolce Vita

Amaral regresó el pasado 7 de septiembre a Sevilla para actuar en la pradera del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC). El dúo aragonés, encabezado por Eva Amaral y Juan Aguirre, desplegó toda su fuerza escénica en la presentación de su noveno trabajo, Dolce Vita, y consagró su lugar como referentes indiscutibles de la música española.

Pilu da la bienvenida al público.

La velada comenzó con Pilu, la joven artista jerezana que supo ganarse al público gracias a su estilo cercano y su voz íntima. Con letras llenas de emoción y una puesta en escena sencilla, inauguró la noche y preparó el ambiente para lo que vendría después.

Cuando las luces se apagaron para dar comienzo al espectáculo, la expectación dio paso al estallido de los primeros acordes de Dolce Vita. Eva Amaral, vestida de negro brillante y con su característica fuerza escénica, consiguió apoderarse del escenario desde el primer instante. El repertorio combinó con equilibrio las canciones de su nuevo disco, como Hasta que la Música se Acabe o Pájaros, con clásicos que ya forman parte de la memoria emocional de varias generaciones: Sin ti no soy nada, Cómo hablar o Toda la noche en la calle.

Uno de los momentos más íntimos llegó al ritmo de Sin ti no soy nada, interpretada en una versión minimalista que emocionó a los asistentes, mientras que la energía alcanzó su punto más alto con Hacia lo salvaje y Marta, Sebas, Guille y los demás, coreadas a una sola voz bajo la luna llena sevillana.

Empoderamiento contra la violencia machista y compromiso con la memoria histórica.

Uno de los puntos álgidos del concierto llegó con Salir corriendo, tema ya convertido en himno de empoderamiento frente a la violencia machista.

“Esta canción la compusimos por una buena amiga nuestra que estaba viviendo un infierno. Quiero que sepáis que hay salida”

La artista transformó cada palabra en un grito colectivo de resistencia y libertad, mientras el público respondía con una energía vibrante, consciente de que esa interpretación iba más allá de lo musical para convertirse en un acto de reafirmación.

La banda también abrió espacio a la memoria histórica y a la denuncia social. En un momento impregnado de simbolismo, interpretaron Te recuerdo Amanda, de Víctor Jara, como homenaje a quienes lucharon por la justicia y la dignidad, evocando valores que hoy siguen siendo necesarios.

Esa misma esencia atravesó Podría haber sido yo, que Eva introdujo con recogimiento, invitando al público a reflexionar sobre la fragilidad de la existencia y las injusticias de nuestro tiempo. Su mensaje oculto, dedicado a quienes nunca pudieron alzar la voz, resonó como un recordatorio incómodo y al mismo tiempo como un abrazo colectivo de empatía.

El concierto concluyó con un estallido de complicidad entre banda y público. Tras más de dos horas de música, Amaral eligió Marta, Sebas, Guille y los demás y El universo sobre mí para cerrar la noche. La explanada del CAAC, iluminada por las luces del escenario y las voces de miles de personas cantando al unísono, se transformó en un espectáculo lleno de fuerza y energía que quedó grabado en la memoria de todos los asistentes.

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