Crítica de «Morlaix», película escrita y dirigida por Jaime Rosales
Con actuaciones de Aminthe Audiard, Samuel Kircher, Álex Brendemühl, Mélanie Thierre y Jeanne Trinité. Los productores son Jaime Rosales, Bárbara Díez y Àngels Masclans. Con una coproducción de las productoras Fredesval Films, Iwaso Films, 3Cat y Les Productions Balthazar. La nacionalidad es tanto española como francesa. La fecha de estreno es el 14 de marzo de 2025. Duración: 124 min.
“ Morlaix nos recuerda que la vida, como el cine, a veces nos confronta con nuestra propia historia de formas inesperadas.”
Pau Solés Batllori

¿Puede el cine capturar la esencia de la juventud, el duelo y la búsqueda de identidad sin ofrecer respuestas explícitas?
Jaime Rosales regresa con Morlaix, una obra introspectiva y poética que ahonda en el amor, la muerte, la libertad y la felicidad. La historia sigue a Gwen, una joven marcada por la pérdida de su madre, cuyo mundo se ve sacudido por la llegada de Jean-Luc, un estudiante parisino con aspiraciones artísticas. Mientras lidia con su relación con Thomas y sus propios dilemas emocionales, Gwen se encuentra con una película que parece reflejar su vida, sumergiéndola en una crisis existencial. Desde sus primeras escenas, la película establece una atmósfera hipnótica que envuelve al espectador, sugiriendo más de lo que muestra y dejando espacio para la reflexión.
Uno de los mayores aciertos de Morlaix es su propuesta estética, que alterna entre el blanco y negro en 35mm y el color en 16mm, dotando a la narración de un carácter nostálgico y sensorial. Esta libertad formal que se ha tomado Rosales no solo demuestra su creatividad como director, sino que también sirve para enfatizar aún más uno de los temas centrales de la película, la libertad. La foto fija y la variación cromática funcionan como herramientas expresivas que refuerzan la exploración del amor, la muerte, la libertad y la felicidad dentro de la historia. Rosales emplea una puesta en escena minimalista, con planos fijos y un ritmo pausado que refuerza el tono contemplativo de la historia. Las actuaciones, en especial la de la actriz que da vida a Gwen, transmiten con sutileza el peso del duelo y la confusión emocional de la adolescencia.
Sin embargo, el guión, aunque evocador, puede resultar críptico para algunos espectadores, dejando muchas cuestiones abiertas y exigiendo una participación activa del público para completar los vacíos narrativos. La música, utilizada con mesura, complementa la atmósfera melancólica sin subrayar en exceso las emociones.
Sí, Morlaix consigue capturar la esencia de la juventud y la identidad sin necesidad de explicaciones directas. Rosales nos invita a un viaje sensorial y reflexivo donde cada espectador encuentra su propia respuesta en la imagen suspendida en el tiempo. Para los amantes del cine contemplativo y experimental, Morlaix es una obra imprescindible.





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